¿Y por qué no prestas toda la atención que deberías? Ni aun con las cosas que consideras más importantes: en muchas ocasiones te cuesta un mundo concentrarte. Y no sabes muy bien por qué. Quizás sería interesante tomar como modelo actividades que destaquen por la capacidad que tienen de fijar la atención de quienes la practican. Sin duda alguna, ciertos tipos de juegos lo hacen. Y parece que tenemos claro que hacer que la práctica de nuestro deporte vuelva a ser un juego ayuda a que nos involucremos mucho más en ella. Supongo que jamás deberíamos olvidar que, al fin y al cabo, el deporte siempre fue eso, un juego. Pero entiendo que a medida que le vas dando más importancia a los resultados, a medida que la práctica se va volviendo más seria, aparece la necesidad de realizar otra serie de tareas menos divertidas, pero muy importantes para tu rendimiento.
Entonces, cuando deja de ser un juego, tu atención ya no funciona de la misma manera y empieza a fijarse en otras cosas. Y se abre la puerta a cierto tipo de distracciones, empezando por las de incomodidad, típicas de haber incrementado el nivel de exigencia: dolores, cansancio, aburrimiento,… ¿Y cómo lidias con ellas? No hay mucha diferencia entre un «no pienses en el cansancio» y un «no pienses en un elefante rosa». Cuanto más pretendes apartarte de esa distracción, más se te pega.
Consecuencias Inmediatas
Vuelve a la búsqueda de actividades capaces de absorber la atención de sus practicantes. ¿Qué piensas de los deportes de combate? Si piensas en un judoka, por ejemplo, no parece que sea sencillo distraerle cuando está en medio de un asalto. Tampoco parece que a un boxeador le distraiga el dolor en un ojo hinchado mientras intenta esquivar más golpes, o colocar los suyos. ¡Y más les vale! Pues ahí está la clave, en las consecuencias que acarrea en sus disciplinas el no estar totalmente concentrado en la pelea. Son consecuencias inmediatas, y normalmente definitivas. No me refiero tanto a la integridad física como al resultado del combate. De hecho, en algunos de estos deportes tiene que ser alguien externo quien vele por la seguridad de los deportistas, pues estos suelen estar dispuestos a ponerse en peligro con tal de lograr la victoria (o de no salir derrotados). Pero volviendo al detalle de la práctica, distraerse un instante suele suponer recibir un puñetazo en la cara y posiblemente quedar KO, o recibir un uchi-mata y ser eliminado. Salvo que la diferencia de nivel sea abrumadora, el oponente que se permite una distracción acaba fuera de combate.
Y curiosamente, es en este tipo de deportes en los que parecen abundar mas ciertos tipos de rituales y rutinas de preparación. Y no sólo de cara a la competición, sino también, y puede que de forma especial, en los entrenamientos. En unos casos pensamos en música, luces,… en la mayoría de ellos saludos y muestras de respeto a preparadores o maestros y a compañeros, y en los más clásicos ciertos ejercicios de concentración. Creo que es interesante la comparación que se puede hacer con la preparación del cirujano. En ambos casos las consecuencias pueden ser críticas, por lo que es importante atender a cada detalle. Además, antes de entrar a un quirófano también es importante asegurarse de no introducir ningún elemento extraño que pueda afectar a la salud del paciente. La higiene es vital, y así, el cirujano comienza un ritual que incluye el vestirse con una indumentaria especial y un cuidadoso proceso de limpieza. Pero igual de importante que dejar virus y bacterias fuera del quirófano, es dejar fuera «todo lo demás». El quirófano se vuelve un lugar aislado del resto del mundo. Todo lo que pueda interferir en el buen desarrollo de la operación se queda fuera. Y el ritual de preparación sirve precisamente de frontera física, temporal, y mental entre esos dos mundos.
De un modo similar se dirigen al tatami la mayoría de los practicantes de cualquier arte marcial. Puede que ya no esté en juego la vida de nadie, como podía suceder en un combate entre samurais, pero sin duda hay cosas importantes en juego. Sin ninguna clase de duda, importantísimas para cada uno de los contendientes. Por eso es fundamental cuidar de la higiene, que todo esté en orden en lo material, y en especial dentro de sus mentes. No es momento para tener que andar evitando obstáculos que impidan que lo trabajado en los entrenamientos fluya. Y del mismo modo, si quieres que en el combate la técnica y los movimientos sean rápidos, ágiles, fluidos y precisos, cuando los estés entrenando, necesitarás librarte de cualquier traba interna que evite formar memoria muscular limpia, clara y directa.
Un Lugar Sagrado
Y así surge el concepto de tatami, dojo, ring o gimnasio, como un lugar sagrado. Un lugar que ha de mantenerse puro y al que para entrar hay que mostrar respeto. Más allá del simbolismo, a lo que sucede dentro se le da tal importancia que se procura por todos los medios que nada perjudique a su desarrollo. Desde el punto de vista del propio deportista, lo que se juega allí es tan importante para él que ha de mantener su mente enfocada, libre de obstáculos. Lo que necesita aprender en los entrenamientos es igualmente vital para él. Del grado de asimilación y fluidez que alcance dependerá lo que suceda el día del combate. Y por eso ha de cuidar también de su «higiene mental» antes de cada proceso de asimilación, de cada entrenamiento. Si tu copa no está limpia antes de comenzar el entreno, la sustancia que te podrás llevar de allí será menor, y más turbia.
Las consecuencias determinan la importancia que le damos a la actividad, y en función de esa importancia decidimos cuidar más o menos de la preparación, o dicho de otro modo, de la cantidad de atención que le vamos a intentar asignar. Aunque en ocasiones, como ya sabemos, eso de reservar y dirigir la atención a algo de forma exclusiva, no se nos da como nos gustaría. Quizá por ello en las artes marciales, basándose en lo que se hacía en las épocas en las que su práctica era cuestión de vida o muerte, se preocupan y desarrollan formas sistemáticas de mejorar su capacidad de concentración. Nos es familiar la imagen de un samurai practicando zen, o de un karateka haciendo mokuso antes de entrenar. Desde luego no son el único método, pero tampoco difieren mucho de alguno de los métodos utilizados hoy en día, por ejemplo, por los Navy SEALs de la armada de los Estados Unidos. Por algo será.
Y ahora viene la pregunta: ¿cómo de importante es para ti lo que sucede en tu «tatami»?