Y entonces… ¿qué se puede hacer para mejorar el rendimiento deportivo? ¿Qué se puede hacer para mejorar la condición mental? Bueno, pues puedes entrenar, ¿no? Ahora, en concreto, ¿qué entrenamos? Lo primero es la atención. Precisamente, saber en qué te tienes que enfocar en cada momento. Bueno, de hecho seguramente ya lo sabes. Otra cosa es que seas capaz de mantenerte enfocad@ durante el tiempo necesario, y especialmente en los momentos críticos.
Si la atención fuese un recurso ilimitado, no habría ningún problema. Pero eso no es así. No podemos atender a varias conversaciones a la vez. Como mucho podemos saltar de una a otra, y es muy probable que entonces nos perdamos algo de ambas. También es difícil que consigamos comprender plenamente lo que alguien quiere comunicarnos si mientras habla nosotros estamos prestándole más atención a la respuesta que vamos a dar. Y esta limitación es trasladable a cualquier actividad. Valga como ejemplo el esfuerzo constante de la DGT (Dirección General de Tráfico) por recordarnos con sus campañas que las distracciones al volante pueden tener consecuencias trágicas. Pero no sólo eso, también nos alerta de los peligros de ciertos factores que pueden afectar gravemente a nuestra capacidad de atención. Así, no sólo el alcohol o las drogas afectan a nuestra conducción. También lo hacen el cansancio, el estrés, los medicamentos capaces de producir somnolencia, las comidas copiosas,…
¿Te das cuenta del estado de tu atención al inicio de tus entrenamientos o competiciones? Y después, ¿te das cuenta de a cuántas cosas atiendes? ¿Crees que obtienes el máximo rendimiento de la atención que le prestas a los elementos más relevantes? Te pongo un ejemplo típico. ¿Le prestas atención a las decisiones arbitrales? Supongo que sí, ¡y más te vale! ¿Pero le sacas el máximo partido a la atención que le dedicas? Es decir, si tu atención fuese dinero, ¿cuánto estás pagando y qué utilidad obtienes a cambio? Saber cuanto antes si mi equipo tiene la posesión del balón es muy importante para poder situarme cuanto antes en disposición de atacar o de defender. ¡Es vital! ¿Pero cuánto estoy pagando por esa información? ¿Estoy derrochando atención que podría dedicar a otros recursos? Quizás podría aprovechar una parte para anticipar un poco más mi posición en la cancha, tomar perspectiva de la situación del contrario, observar si alguno de sus jugadores (o de los nuestros) se encuentra fuera de sitio, o si muestra signos de estar muy fatigado, o podría repasar las acciones con las que más daño les hemos hecho hasta el momento, o recordar las que preparamos durante la semana. ¿Podría rentabilizar más el tiempo? ¿Podría rentabilizar más la cantidad de atención de la que dispongo?

Jonny Wilkinson (Damien Eagers/PA Wire)
Siempre. Sin duda el aprovechamiento que hacemos de la atención siempre es mejorable. Y como con casi todo lo que es mejorable, el entrenamiento, la práctica, es el camino para producir esa mejora. Entrenar la atención. Bien, eso no es nada nuevo. Como con cualquier tipo de entrenamiento, lo que buscamos es una adaptación. Buscamos o creamos una situación en la que hay una resistencia, una dificultad, un obstáculo que queremos superar, una acción que nos someterá a algún tipo de estrés, y al hacerlo repetidamente, se produce en nosotros algún tipo de adaptación.
Pongamos que la dificultad es la de mantener el foco de la atención en un determinado lugar u objeto, y que la resistencia es la fuerza interna que nos lleva a irnos de forma automática con cualquier distracción. El ejercicio repetido de tratar de superar esa dificultad para mantener el enfoque de nuestra atención, o para recuperarlo, es también un ejercicio que produce adaptaciones. Y no es sólo que sea un razonamiento lógico, sino que ha sido demostrado científicamente. Se ha demostrado que este tipo de entrenamiento no sólo produce mejoras en la capacidad de atención, sino que también, como con cualquier entrenamiento, produce cambios fisiológicos que se relacionan con la mejora de esas capacidades. Son numerosos los estudios en los que se muestra crecimiento en la concentración de materia gris en diversas áreas del cerebro tras unas pocas semanas (entre 4 y 8) de entrenamientos basados en atención plena. Se trata de áreas relacionadas con la conciencia, la atención, la memoria, la regulación emocional,…1
Como conclusión, más allá de que cierto tipo de entrenamientos producen determinados cambios fisiológicos, neuronales en este caso, o de que sirvan para mejorar la capacidad de atención de ciertos individuos, lo importante es que demuestran que la mejora es posible. En muchos casos seguimos pensando que «cada uno es como es». Podemos adelgazar o engordar, ganar fuerza y resistencia, pero seguimos creyendo que no podemos cambiar nuestra mente, que no podemos cambiar nuestro cerebro, para mejor. La evidencia científica nos demuestra que, con entrenamiento, sí se puede.
Igual que nuestro cuerpo, nuestro cerebro cambia sólo: si no lo ejercito, es inevitable que pierda fuerza, resistencia, flexibilidad, coordinación,… Del mismo modo se ven afectadas nuestras capacidades mentales. Pero si las ejercito adecuadamente también puedo mejorarlas. Del mismo modo que puedes fortalecer tus músculos y tu corazón, también puedes fortalecer los circuitos de tu cerebro que te permiten ser más ágil a la hora de realizar una operación matemática, o memorizar un texto. Y volviendo al rendimiento deportivo, también puedes fortalecer tu capacidad para mantener tu atención en los detalles verdaderamente importantes, o para regresar cuanto antes a ellos.
En ese sentido, me parece muy interesante el concepto «Next Play Speed» que Graham Betchart define como una métrica, como la medida de lo rápido que un jugador puede pasar a la siguiente jugada, de un ataque a la defensa siguiente y viceversa. Y en concreto, de un evento capaz de capturar su atención mediante una respuesta emocional fuerte (un fallo importante, una decisión arbitral adversa, o las ganas de celebrar una canasta), a la siguiente acción de juego. Y ese tiempo se puede reducir, con entrenamiento. Se suele decir que eso es cuestión de estar concentrado, de estar metido en el partido. Efectivamente, eso es. Pero no todo el mundo tiene la misma capacidad de hacerlo. Aunque sí tenemos la misma capacidad para entrenarlo. Se trata de ejercitar los mismos circuitos neuronales, los encargados de devolver la atención al objeto que consideramos relevante en ese momento. Eso es entrenar la atención.
(Os dejo un vídeo de lo que Graham Betchart propone como ejemplo de una buena «Next Play Speed»).
1 Baltzel, A. L. Mindfulness and Performance. New York: Cambridge University Press, 2016. Pag. 12.