En el manejo de la atención, en la apertura de un espacio entre estímulo y respuesta es donde puedes ganar poder. Si es que lo quieres. Y es que, como decía el cómic de Spiderman, «un gran poder conlleva una gran responsabilidad». Y no todo el mundo está dispuesto a asumir esa carga.
Ese espacio que se abre entre lo que sucede y la respuesta que le damos, posibilita la toma de conciencia sobre nuestros propios hábitos y creencias. Y el poder surge de disponer de un instante más para valorarlos, para darse cuenta. En ese momento en el que pulsamos el botón de pausa, nos damos tiempo a nosotros mismos para poder considerar nuevas opciones, y eso es ganar poder, y ganar libertad. Una de esas opciones seguirá siendo la de volver a dejar correr la misma película. Y seguramente las primeras veces sea esa la elección que hagamos. Pero habremos ganado en poder igualmente, porque entonces ya será una elección consciente, en vez de una respuesta automática. Podríamos haber elegido otra opción.
¿Y esto qué tiene que ver conmigo?, podrías estar diciendo. Bueno, todos reaccionamos automáticamente a muchísimas cosas. Y menos mal que es así, por ejemplo cuando pisamos el freno para evitar un accidente. Dudar en algo así sería fatal. Pero eso no quiere decir que muchas de nuestras reacciones sean las más apropiadas, o al menos que no sean mejorables.
Digamos que me cabreo porque no salgo de titular. Entonces, de forma automática dejo de pensar en todo lo que tiene que ver directamente con el juego y empiezo a pensar en los supuestos culpables, mi situación en el equipo,… con lo que además pierdo el ajuste que tenía de mi nivel de activación. Ahí es donde necesitaría abrir un espacio, entre el cabreo y el inicio de ese diálogo interno que me aparta de mi estado óptimo (al menos si quiero estar preparado para el caso de que al final sí juegue). En ese espacio es en el que puedo empezar a introducir otras opciones más útiles para mi equipo, y sobre todo para mi. En este caso concreto, dado que no juego de inicio, será aún más crítico que esté todavía mejor preparado para poder rendir al máximo en el momento de saltar a la cancha. Y además necesito hacerle ver al mister que de hecho así es, para que esté convencido de que podrá contar conmigo a mi mejor nivel.
La Incertidumbre
Hay una cosa evidente. Es mucho más fácil seguir haciendo aquello que conocemos y a lo que estamos acostumbrados. Y es que, aunque el resultado no nos guste, al menos no nos genera incertidumbre. Pero ya sabemos que podemos elegir otra opción distinta. Quizás sea más incómoda, mucho más incómoda. Y seguro que nos generará dudas e inquietud. Por ejemplo, tener identificado un culpable siempre es mucho más fácil que hacerse responsable de una solución de la que todavía no sabes si funcionará. Dependerá de nuestro grado de tolerancia a la incomodidad, y de nuestro grado de tolerancia a la incertidumbre, el que decidamos optar por una opción nueva y quizás mejor.
En realidad, la incertidumbre que sentimos ante lo novedoso se traduce también en incomodidad. Es el malestar que provoca no estar seguros de lo que puede suceder después lo que nos hace alejarnos de lo incierto, y buscar refugio, a veces en cosas tan inútiles como las excusas o las culpas. Así que podríamos decir que, la decisión que ahora por fin somos capaces de tomar, es una cuestión de comparación de lo cómodo o incómodo que sería seguir con el mismo tipo de respuesta, y con la anticipación del mismo tipo de resultados, y lo cómodo o incómodo que resulta forzar una respuesta a la que no estoy habituado, y la inseguridad de unos resultados distintos, quizá mejores, pero también quizá peores.
Y en ese nuevo espacio es donde nos debatimos. Pero por fin podemos hacerlo. Puede que enfrentarse a esta incertidumbre, desconocida mientras funcionábamos en piloto automático, llegue a ser incómodo. Precisamente eso es lo bueno de los hábitos, que nos evita tener que enfrentarnos cada vez a la duda que nos induciría el pararnos a considerar otras opciones: como dormir 5 minutos más en vez de levantarnos automáticamente. Pero si lo que queremos es cambiar o mejorar algo, entonces es justo lo que tendremos que buscar, la incomodidad de ese momento de duda que nos ofrece una alternativa a lo automático, a aquello que deseamos cambiar.
La Responsabilidad y el Poder
Además, podemos sumarle la incomodidad de pensar que, desde el momento en que pasamos a decidir entre una opción u otra, somos más responsables de los resultados. Pero también podemos enfrentar esa incomodidad a la sensación de sabernos por fin más libres y más capaces de influir positivamente en esos resultados. Y eso es poder.
De hecho, si lo hacemos, ya hemos ganado. Hemos ganado el poder de decidir cambiar, o de decidir no hacerlo. Y cada vez que nos enfrentamos a la incomodidad de la incertidumbre, de tener que decidir por nosotros mismos, de asumir la responsabilidad, estamos entrenando para ser cada vez más libres y cada vez más poderosos. Independientemente de la decisión que tomemos, cada vez que consideramos nuevas opciones, estamos abriéndoles más espacio en nuestra mente. Sólo con considerar otras posibilidades nos sentimos ya un poco incómodos, pero ese estrés al que nos sometemos, aun siendo mínimo, incrementa gradualmente nuestra tolerancia a la incomodidad y a la incertidumbre. Cada vez estamos un poquito más cerca de poder cambiar algo, porque de hecho algo ha cambiado ya.
Basta con ser capaces de ganar ese instante para empezar a ganar de verdad. Porque es ahí donde podemos empezar a insertar la mejora, donde aparecen las opciones y donde podemos recuperar nuestra capacidad para decidir cómo vamos a responder. Pasar de la reacción a la respuesta nos da el poder para dirigir nuestro avance y ser protagonistas de nuestra propia historia, en vez quedarnos a expensas de las historias de los demás. Y todo empieza con algo muy simple, con la observación y la conciencia de la respiración: con el enfoque en una respiración detrás de otra.
«¿Tomas algo para ser feliz? – Sí, tomo decisiones» – Anónimo
¿Cómo no vas a estar feliz sintiendo que está en tus manos el poder de cambiar las cosas?