¡Mereció la Pena! – Un Sentido, y Siempre Merecerá la Pena

¿Merecerá la pena? ¿De qué dependerá que al final acabemos respondiendo, «¡mereció la pena!»? ¿Del resultado final? ¿De haber alcanzado los objetivos marcados, independientemente de que para lograrlos se haya recurrido al «todo vale»? ¿Bastaría con asegurarse el logro mediante el establecimiento de objetivos poco ambiciosos? ¿Importa entonces el cómo? ¿Lo que le da verdadero valor a los objetivos tiene más que ver con lo que exigirá de nosotros mismos que con el hecho de que nos garanticemos su consecución? Si es así, ¿por qué nos solemos fijar más en lo cerca o lejos que estamos del objetivo final que en el cómo, en lo que vamos construyendo como soporte final de ese logro?

Motivación Valores Deporte

Podremos conseguir un objetivo, tacharlo de la lista e ir a por otro,… en el mejor de los casos. Pero, «si crees que no podrás ser feliz hasta que hayas conseguido ese objetivo, tu vida será bastante triste». Vivir fiel a tus valores te aporta una satisfacción inmediata. Y eso tiene que ver con lo que haces cada día, con su utilidad, con su significado. Y entonces, no todo vale. Y no todo vale lo mismo. La satisfacción de hacer una cosa u otra, o de hacerla de un modo u otro, no será la misma.

Más allá de la consecución de un objetivo, ¿qué sentido tiene lo que hacemos, cada día? ¿Por qué es importante de verdad para mi? ¿Qué hace que sea significativo? Los valores no pueden tacharse de la lista. Los identificamos porque son importantes para nosotros en cada cosa que hacemos. No basta con dejarnos guiar por ellos una vez. Para sentirnos bien, necesitamos atenderlos cada vez. Pero también, cada vez que los seguimos, éstos nos ayudan a sentir satisfacción.

Podemos permitir que nos marquen los límites de lo correcto, y buscar no sentirnos mal por haber pisado nuestros valores. O podemos ir más allá y hacer que definan la dirección que queremos seguir. De este modo, cada paso en esa dirección tendrá su significado, tendrá sentido. No necesitaré esperar a haber conseguido el objetivo para encontrarle sentido a lo que hago cada día.

Esto no significa que abandones tus objetivos. No se trata de sustituir. Pero tampoco necesitas esperar para poder empezar a disfrutar de obtener lo que tus valores te proporcionan: satisfacción personal. De hecho, a la hora de elegir tus metas, será importante que tomes en cuenta la dirección en la que caminarás para conseguirlas. Este será el primer paso: seleccionar unos objetivos que se alineen con los valores que te mueven. Que tus objetivos te hagan caminar en la dirección que le da más sentido a tu vida. No obtendrás mayor motivación que la que te proporciona saber que cada paso que das tiene sentido, que cada paso es valioso.

Y cada uno encontrará el sentido en algo distinto. Hay atletas que interpretan su actividad deportiva como la realización de un propósito que Dios les ha dado en su vida, y alientan su motivación a través de sus plegarias, manteniendo viva la conexión divina con ese propósito. Otros compiten por su país, por su familia,… Y también hay quienes interpretan el deporte como una fuente de oportunidades para descubrirse a ellos mismos, para cultivar su mejor versión y para dar lo mejor de sí mismos. Y encuentran el sentido a lo que hacen en la entrega y el derroche de coraje que hacen cada día. Sea del modo que sea, cada paso con sentido conduce a la satisfacción personal.

¿Todo esto quiere decir que así, el camino siempre será agradable? Cuando los resultados son buenos la experiencia es emocionante, pero lo verdaderamente importante es ser capaz de apreciar el viaje, incluso cuando no haya tierra a la vista.

Apreciar; no disfrutar. No vas a disfrutar cuando el fisio apriete fuerte en la camilla, pero podrás apreciarlo. No vas a disfrutar de muchas de las sensaciones que producirá el esfuerzo extremo, pero puedes apreciar el valor de ese esfuerzo, lo que significa y lo que construye. Puedes apreciar el viaje de tu vida incluso cuando no sea cómodo, pero no es realista esperar que siempre lo disfrutes.

Puedes apreciarlo, pero has de querer hacerlo. Apreciar, en el sentido de reconocer su valor, requiere también de la acepción de apreciar que hace referencia a la capacidad de percibir. Para poder apreciar el viaje, necesito observar con apertura. Necesito atención. Y necesito intención para dirigirla, en cada momento, hacia las cosas que le dan sentido a lo que estoy haciendo, que hacen que sea importante para mi hacerlo, que le dan valor.