Durante todo este tiempo que llevamos hablando de la atención y del entrenamiento de la atención, he estado evitando utilizar una palabra habitual en este tipo de contextos. Y la he estado evitando porque tengo la sensación de que suele asociarse a una serie de ideas que pueden verse como lo opuesto a la realidad del deporte de competición, y por eso generar cierto rechazo. Pero creo que ya estamos en disposición de poder poner juntos estos dos términos: Mindfulness y Deporte.
No me voy a meter a describir al detalle qué es y qué no es mindfulness. Para eso ya hay un montón de libros que lo explican mucho mejor de lo que lo podría hacer yo. Me voy a limitar a hacer referencia a algunas de las asociaciones rápidas que suelen hacerse al escuchar esta palabra: relajación, espiritualidad, religión,… Y en contraposición dejo la definición de Jon Kabat-Zinn (uno de los padres del mindfulness en occidente), que suele ser la más aceptada por los expertos: «significa prestar atención de una manera determinada: de forma deliberada, en el momento presente y sin juzgar« 1
A partir de esta definición se podrán hacer distintos desarrollos, aplicarlo a ámbitos muy amplios, con diferentes grados de profundidad y llegar a obtener implicaciones y resultados muy diversos. Habrá a quienes les sirva para profundizar en su espiritualidad, a otros les ayudará a relajarse o a reducir sus niveles de estrés, a mejorar su capacidad de aprendizaje… De hecho, los Entrenamientos Basados en Mindfulness han demostrado ser eficaces en áreas muy diversas 2. Pero yo me voy a quedar con el concepto de entrenamiento.
Si como hemos venido diciendo, la atención es muy importante de cara a poder rendir mejor en nuestro deporte, entonces está claro que necesitamos entrenarla. Y eso es precisamente lo que nos proporciona mindfulness, una forma en la que poder entrenar la atención, y nos da las claves para poder hacerlo de forma eficaz y ecológica. La eficacia tiene que ver con toda esa cantidad de estudios científicos que la demuestran en multitud de ámbitos. Por ecología me refiero a que este tipo de entrenamiento no sólo no tiene por qué perjudicar a otras áreas nuestra vida (y de la vida de quienes nos rodean), sino que de hecho puede beneficiarlas. Algunos apuntarán a que mindfulness no es la panacea, la solución para todos los males, y tendrán razón. Como con el entrenamiento físico, habrá situaciones y casos en los que cierto tipo de ejercicios puedan agravar una lesión. Por eso es importante la prudencia, para ser consciente de las propias limitaciones, para no aventurarse a hacer (o proponer hacer) cosas de las que no conocemos bien su funcionamiento, y para contar con el apoyo de alguien que tenga una formación apropiada.
Dicho esto, ¿cómo entrenamos la atención con mindfulness? Básicamente lo que haremos será atender a los principios que mencionamos en la definición que dábamos al inicio. Buscamos un soporte, algo sobre lo que posar nuestra atención de forma intencionada, algo que se encuentre, o que se esté produciendo en el momento presente, y nos enfocamos en ello tratando de evitar juzgar sus cualidades. Tratamos de evitar juzgar también nuestra propia capacidad para enfocar nuestra atención (y para hacerlo sin juzgar). Podemos recurrir a cualquier soporte que tengamos a nuestro alcance, pero en la práctica formal acudimos a nuestra propia respiración. Sostenemos nuestra atención en la respiración igual que sostenemos una pesa, y cada vez que nuestra atención se desvía de la posición inicial, igual que con la pesa, nosotros ejercitamos nuestra capacidad para reconocerlo y devolverla a su origen. Así una y otra vez.
¿Qué sucede si soy capaz de mantener la pesa arriba todo el tiempo? Bien. Puedes intentarlo ahora mismo. Concéntrate fijamente en el flujo de aire en tus fosas nasales, o en el movimiento del pecho o del abdomen con cada inhalación y exhalación. Te espero. Nos vemos dentro de…
¿Cuánto ha sido, 10, 15 segundos? ¿Quizás menos? ¡Bien! ¿Te acuerdas de la parte de «no juzgar»? De hecho, el que no seamos capaces de evitar distraernos con cualquier cosa, significa que tenemos un ejercicio que nos sirve. Que la pesa no se nos quede inmóvil en una posición fija es lo que nos permite ejercitar eficazmente nuestros músculos. De hecho, el Entrenamiento en Mindfulness se parece más a un ejercicio de propiocepción. Intentamos mantener el equilibrio, pero sabemos que va a ser imposible permanecer perfectamente estáticos. Y precisamente cuando más nos ejercitamos es cuando más nos desequilibramos.
Ejercitamos el equilibrio a través de los desequilibrios, y ejercitamos la atención a partir de la desatención. Necesitamos entrenar nuestra capacidad para detectar que nos hemos distraído. Ese es el primer paso, reconocer que nuestra mente divaga, y que es lo normal. Apreciamos la distracción para a continuación regresar al soporte de la respiración. Y en ese apreciar se incluyen los dos sentidos de la palabra: por un lado está el darse cuenta de cuando la mente divaga y por otro reconocer el valor de lo que la mente hace de forma natural. No sólo nos permite ejercitar la atención, sino que además nos dice mucho de nosotros mismos, de que cosas atraen nuestra atención, y por qué.
Y volvemos al momento presente, al único que nos ofrece la posibilidad de cambiar-nos, de cambiar nuestro cerebro a través de la mente. Haciendo esto de forma estratégica, entrenamos la mente, «de forma deliberada, en el momento presente y sin juzgar«.
1 Kabat-Zinn, J. Mindfulness en la vida cotidiana. Barcelona: Paidós, 2009. 2 Baltzel, A. L. Mindfulness and Performance. New York: Cambridge University Press, 2016. Pag. 12.