¿Quién Arriesga Más su Rendimiento Deportivo?

Cuando hablaba de las consecuencias inmediatas en los deportes de combate, o de la responsabilidad ineludible en el resto de deportes individuales, en ambos casos parecía estar claro que la necesidad de estar preparado viene dada. Nadie va a venir a librarte de una situación complicada si te distraes, y tampoco le puedes echar la culpa a nadie de tu derrota si no fuiste capaz de mantenerte concentrado en el juego. Bueno, en realidad sí puedes hacerlo, pero no te serviría de nada, ni para cambiar el resultado, lo que evidentemente es imposible, ni tampoco para estar mejor preparado en el futuro.

running rendimiento deportivo

Como decía, en ambos casos la responsabilidad no se diluye. Es cierto que además de tu preparación, en el resultado intervienen otros muchos factores, como por supuesto el estado de los rivales, o la suerte. Pero queda claro que la mejor forma, por no decir la única, de influir en el resultado, es oponer al resto de condicionantes la mejor preparación que puedas alcanzar. Conseguir que el grado de importancia de tu preparación, que tus armas sean tan superiores, bien por tamaño (por cantidad de entrenamiento), por afiladas (por calidad, precisión y excelencia), o por ambas cosas, que la influencia del resto de factores se vuelva prácticamente irrelevante.

Lo que está claro es que cuanto más nos acercamos a la élite, las diferencias se hacen más pequeñas. Cuesta más realizar progresos y estos son más pequeños. Y así, los factores externos pueden hacer variar más los resultados que cuando las diferencias eran más grandes. Puede ser mayor su influencia en el resultado, pero no en el rendimiento deportivo, salvo que éstas afecten mentalmente al deportista.

Entonces, si las diferencias son muy ajustadas, y esto hace más probable que cualquier mínima influencia externa pueda hacer variar las posiciones o los resultados provisionales, será especialmente importante prepararse para que esas variaciones no afecten además al rendimiento deportivo. Se hace evidente entonces que cuanto más nos acercamos a la élite, cuanto más ajustadas son las diferencias, más importante se hace la preparación mental. Uno necesita ser capaz de sobreponerse a los cada vez más probables vaivenes del resultado, para que el rendimiento no se vea afectado, y no echar a perder con ello tus opciones de éxito.

Pero además se nos presenta otro problema, u otra oportunidad, según queramos afrontarlo. Y es que como apuntaba antes, cuando los márgenes de mejora se estrechan, el esfuerzo necesario para realizar cualquier mínimo progreso se multiplica. Ante eso las alternativas son, innovar, trabajando sobre lo mismo pero de una forma distinta, más eficaz, o incorporar nuevas áreas de trabajo. Es decir, innovando buscaríamos un salto cualitativo en áreas sobre las que ya estamos trabajando, pero incorporando nuevas técnicas y sistemas que nos ayuden a mejorar la eficacia. Atacando nuevas áreas de trabajo lo que buscaríamos es diferenciación mediante la mejora de aspectos con influencia en el rendimiento deportivo que no se habían trabajado hasta el momento, bien porque no se era consciente de su relevancia real o bien porque no se sabía cómo trabajarlos de forma eficaz.

En realidad las dos cosas pueden considerarse innovación. Y el objetivo de ambas es obtener ventajas significativas, dar esos saltos cualitativos que te permitan ponerte por delante de tu competencia gracias a mejoras sustanciales en tu rendimiento. Aunque en realidad, la mayor parte de la innovación, en cualquier ámbito, se apoya en avances y descubrimientos realizados por otros. Es cuestión de curiosidad y atención. Podemos tratar de averiguar que hacen nuestros rivales, y tratar de copiarlo, o incluso mejorarlo, pero eso no es innovación. Con eso podremos evitar que sean ellos quienes abran diferencias con nosotros, lo que de hecho será importante. Pero si somos nosotros los que queremos adelantarnos, o realizamos investigación por nosotros mismos, o necesitamos mirar fuera de nuestra disciplina.

«Nadie ha necesitado un psicólogo o un coach deportivo para ganar unos Juegos Olímpicos de balonmano», por ejemplo, es una de las frases que podemos oír. Igual que en otras disciplinas, es posible que nadie lo haya hecho, todavía. Pero, si en la NBA o la NFL hay equipos que aseguran que la preparación mental fue fundamental para lograr ser campeones, ¿cómo sabes que no llegará el momento en que alguien obtenga una ventaja competitiva determinante en tu disciplina gracias a lo mismo? Y ante esa posibilidad sólo caben dos opciones: ser tú quien trate de dar ese salto cualitativo antes que los demás, o esperar al momento en que se haga necesario acortar la distancia que otro abrió contigo. ¿Qué te parece más arriesgado, innovar o copiar?

Ahora bien, no te voy a negar una cosa: hace falta coraje. No dudes que no faltará quien te critique por hacer algo fuera de lo habitual, quien estará esperando el momento del fallo para criticarte por haber intentado lo que la inmensa mayoría consideraba innecesario. Pero tú no quieres ser la inmensa mayoría, y sabes que si no te anticipas al cambio acabarás formando parte de esa inmensa mayoría que no se atreve. Si es cuestión de esfuerzo y preparación, en realidad no arriesgas nada. Si acaso tu ego, el que se preocupa de lo que dirán de él si fallas

Pero si con esa excusa tu ego se interpone entre tú y cualquier opción de hacerte mejorar, entonces será mejor que te libres de él. No te preocupes, estarás bien sin él. Y podrás soportar las críticas, igual que lo hicieron los mejores, esos que en realidad sólo tenían oídos para aquello de lo que podían obtener alguna mejora. Quizás por eso ni siquiera escuchaban esas otras voces, ni le prestaban atención a cómo se veían desde fuera haciendo algo aparentemente extraño. Ellos sabían el porqué y para qué de lo que hacían. Todo era una cuestión prioridades, de perseguir metas, cuestión de atención y enfoque en esas prioridades. Y eso también es preparación mental.